Tenosique y su carnaval -generación tras generación

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A parte de ser una ciudad perteneciente al estado de Tabasco, Tenosique está ubicada entre pedazos de los estados de Chiapas, Campeche y el vecino Guatemala. Otro dato interesante, Tenosique se ubica a la orilla del Rio Usumacinta, y fue antiguamente un punto importante para el negocio y el transporte de las maderas preciosas que eran exportadas a Europa. Últimamente algo que la hizo particular fue su carnaval. Esto es lo que nos trae allí en este 23 de febrero, y la esperanza de verlo, antes del miércoles de ceniza. De hecho el carnaval se celebra aquí de dos maneras, una tradicional, lo que es la danza del pocho, y una mas moderna vía un desfile en la calle principal.

Las « pochomeras ». De izquierda a la derecha: Doña Rosa y Tatiana Isabel Bautista Pérez y también Diana del Carmen Bautista Pérez


Después de haber llegado en pleno desfile, y de haberme instalado en un hotel, voy a pasear en el parque central, ya bien lleno, pero donde los artistas todavía no llegaban. Mientras, dos señoras están bailando salsa, en un escenario pequeño, tratando de animar a la gente: «¿y dónde están, los hondureños, de Tenosique?…vivan los hondureños de Tenosique »…(esta ciudad es un lugar de paso para los migrantes centroamericanos). «¿Saben que estamos esperando a un grupo de Comalcalco?…la perla de la Chontalpa »…todo esto está caliente, seguramente, pero el público aún no se anima ni se agita, aún no . Entonces decidí ir a comer unos ricos tacos en medio de un ruidaso y aprovecho la cercanía de una familia instalada a mi lado para pedir informaciones sobre los próximos eventos; por suerte mi vecino de mesa es del pueblo, y se llama Emmanuel Moctezuma. Él, me comparte con entusiasmo varios datos de la región y me confirma que el último día para ver el baile del pocho será el martes… por mi buena suerte estaré presente, seguramente!

El desfile-(c) http://jhproducciones.blogspot.com/

Después de una noche bien reconfortante, mi primer objetivo de este lunes será el mercado. Comer, y si se puede hacer algunos contactos en las fondas. Veo una mesa donde varios grupos están instalados y me parece simpático el ambiente. Me siento y traigo mi toque de amabilidad para disponerme a convivir, compartiendo un queso que acabo de comprar -tipo aperitivo-. La vecina decide regalarme lo que le sobra de un paquete de « galletas de pozol » (algo que nunca había probado antes). Éstas combinan perfectamente con el queso. El caldo de «róbalo con camarones» está muy sabroso y el patrón me cuenta un poco de sus aventuras.

Como parte de varias conversaciones que tengo con los lugareños, una información que me queda, es que para meterse al río, del otro lado es más práctico. Entonces, decido ir por allá para acabar con las últimas horas calientes del día, y a travieso con una lancha. El agua está tibia, pero me relaja; no es muy profundo, y no hay -al contrario de lo que me habían dicho- mucha corriente. En la lancha en la cual vuelvo, hay jóvenes quienes fueron del otro lado del río para buscar varios tipos de hojas para preparar sus trajes del día siguiente. Como me dijo Emmanuel, « En Tenosique todos pueden disfrazarse y participar en la danza del carnaval ». Y como para confirmar esto, el novio de la hija del patrón del restaurante, de origen hondureño, me enseñó de forma espontánea una foto de él disfrazado durante su última participación en el evento.


Ahora es lunes y son las 7 de la mañana. Espero con impaciencia a Miguel, el responsable del grupo de Carnaval, (el cual funciona bajo una A.C. llamada “Identidad de mi pueblo”) un contacto que Emmanuel me dio, para asistir y participar como pueda a la preparación de los disfraces y al entrenamiento del grupo. Los participantes llegan poco a poco, son de varias edades y estilos, y entiendo que Miguel, que algunos llaman «El tigre mayor» me da plena libertad para hacer contactos en este jardín poblado de humanos transformándose en criaturas fantásticas. Tres tipos de personajes surgen… las pochomeras, mujeres, los cojoes, hombres, y los jaguares quienes igual pueden ser hombres o mujeres.

Jesús tiene unos 20 años, y rápido agarramos confianza: «tenía apenas 23 días de nacido cuando mi papá me saco en el baile, en medio de los cojoes bailando. Y pues, yo apenas hice lo mismo con mi hijo recién nacido» me confía. Él insiste sobre la importancia de buscar una manera adecuada de vestirse y de jugar al cojo -me gusta esa mirada respetuosa que tiene sobre esa tradición y la importancia que le da a su cultura, su identidad. Me pide que fotografíe los elementos de su disfraz y lo hago: está la máscara de madera, el sombrero, el shikkish (un bastón leve lleno de semillas que hace ruido) y algo, como una falda de grandes hojas. Durante las dos horas que estaré allí sentiré la tranquilidad de esta gente, el aspecto de convivio que tiene el evento (cooperan entre ellos para comprar cervezas), el frenesí que provoca el momento en el cual los personajes toman vida y se avientan hacia la ciudad.

Jesus a la derecha

El « tigre mayor » en la percusion y Jesus en la flauta de carrizo

Del lado de las participantes femeninas, tendré la suerte de poder charlar un poco con Oceany, la hija de Miguel. A ella, le gusta disfrazarse de jaguar, con su papá, y ya tiene 20 años haciéndolo. No es muy optimista sobre esta tradición y no le agrada la distancia que sus amigos de infancia han puesto hacia ella: «era muy diferente antes, había un sentido de comunidad, ya no. Siento feo que cambie tanto. Ver que los amigos con los cuales crecí, los del barrio, ya no nos hablamos, porque hay otros intereses, quizás políticos, es triste. ¿Porque la gente no entiende que todos somos de lo mismo, y que esta cosa pues, es de todos?»

Aymeric Lehembre (traducción Perla Mendoza)

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